En nuestra sociedad asistimos al hecho incontrovertible del incremento progresivo de personas de edad avanzada debido sobre todo a los adelantos conseguidos en la medicina moderna. Sin embargo, este periodo de la vida no se encuentra libre de problemas de salud física, mental, de tipo familiar o social.
Las consecuencias físicas de una enfermedad crónica, la necesidad de ser dependiente de otros para conducir sus vidas, el deterioro tanto físico como mental asociado a la edad, la soledad y el aislamiento social que padecen muchos de nuestros mayores, son algunas de las causas que provocan síntomas de depresión y ansiedad en los ancianos.
A todo esto, es necesario prestar una especial atención a la cada vez más evidente presencia de cuadros demenciales y otros cuadros psicopatológicos en este tipo de población, situación que sin duda conlleva un gran sufrimiento tanto para la persona afectada como para sus familiares.
En todos estos casos es importante llegar a tener una visión amplia de los factores, físicos psicológicos y contextuales que contribuyen, tanto al deterioro de la salud del individuo, así como aquellos que pueden contribuir a su mejoría. La coordinación de los recursos asistenciales adecuados, la necesidad de diagnósticos precoces y correctos, así como la intervención individual y familiar en cada caso particular, son algunas de las funciones del psicólogo para contribuir a mejora la calidad de vida de las personas de la tercera edad.
