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¿En qué tipo de dificultades puede ser recomendable el consejo de un profesional?

    En nuestra vida es posible que encontremos situaciones que nos superen, problemas a los que no sabemos dar respuesta o vivencias personales que nos instalan en la mayor de las desesperanzas. Ante este tipo de dificultades solemos confiar en nuestros recursos para encontrar una salida, sin embargo, es posible que éstos no resulten del todo suficientes y deberíamos hacernos la siguiente pregunta: ¿cuándo deberíamos pedir ayuda para superar nuestros problemas?. En muchas ocasiones las soluciones más eficaces pueden llegar de la mano de una tercera persona que pueda tener una visión objetiva de los problemas, que ofrezca  alternativas realistas y que, con el objetivo de encontrar los medios adecuados para superar nuestras dificultades, pueda ofrecernos asesoramiento a partir de una base de conocimiento profesional. ¿Cómo puedo dejar de sentirme tan desolado?. ¿Porqué me siento tan nervioso por cosas sin importancia?. ¿Mi hijo tiene algún problema?. ¿Necesita ayuda para superar los estudios?. ¿En qué momento debo disponer de un informe psicológico para conseguir una determinada ayuda?. Estas son algunas de las preguntas que pueden tener respuesta a través de un asesoramiento e intervención psicológica profesional

¿Cómo se consigue un asesoramiento e intervención competentes?

  • estudiando cada caso de forma pormenorizada
  • recurriendo al análisis funcional de las diferentes variables que intervienen en el problema
  • implementando tratamientos individualizados
  • asesorando sobre la necesidad de  derivación a otros
  • profesionales en los casos que sea necesario

 

¿Cómo podemos ayudar a los hijos a superar sus problemas?

    Un porcentaje no desdeñable de niños y adolescentes presentan dificultades en algún momento de sus vidas y no siempre resulta fácil detectarlos a tiempo, ya que a los adultos nos resulta muy difícil concebir que un niño pueda sufrir síntomas relacionados, por poner un ejemplo, con un malestar emocional o con la ansiedad. En realidad este tipo de dificultades existen y las razones por las que podemos encontrarlas parten de situaciones que tienen que ver, en la mayoría de las ocasiones, con contrariedades que surgen en su ambiente habitual (familia, guardería, colegio, amigos…) y que se van complicando si no se les pone remedio, pero que también pueden ser fruto de un problema de desarrollo, enfermedad o del propio carácter del menor.  Por otro lado, la adolescencia es una etapa que fácilmente reconocible como conflictiva, sobre todo en lo que se refiere a la creciente necesidad de los jóvenes de independencia con respecto a los padres, los conflictos que surgen en el campo de las relaciones con otros jóvenes, así como las dudas de identidad o sobre su futuro. El papel del profesional de la psicología pasa por la responsabilidad de cubrir todos los aspectos del problema a través de la valoración de los menores, el trabajo con los padres y la indagación de todos aquellos factores que tengan que ver con el mismo (otros familiares, colegio, grupo de iguales, etc…) con el objetivo de encontrar vías de solución adaptadas a cada caso particular.

 

¿Porqué a mi hijo le cuesta tanto aprender?

    Sin duda, uno de los problemas que más nos atañen a los adultos, ya seamos padres, educadores, o profesionales de la psicología, es el contribuir al desarrollo infantil en general y en el contexto educativo en particular, sobre todo teniendo en cuenta el hecho de que aproximadamente, uno de cada diez niños presenta dificultades en la escuela. Ante esta situación es necesario plantearse cuáles podrían ser los motivo. Durante los años en los que los menores deben adaptarse al requerimiento de unas necesidades educativas desde una temprana edad pueden surgir un gran número de dificultades, ya sea durante el aprendizaje de los contenidos curriculares en el aula, bien en el contexto de las relaciones sociales inherentes a su integración en grupos de iguales, o incluso problemas relacionados con las características propias del menor, como por ejemplo problemas de atención-hiperactividad o un comportamiento inadecuado en el aula. En estos casos conviene tener en cuenta la necesidad de comprender lo antes posibles cuáles son las dificultades presentes y prevenir los problemas futuros a partir de la puesta en marcha de intervenciones adaptadas para cada caso particular. El papel mediador del profesional de la psicología puede contribuir de forma eficiente a la consecución de dicho objetivo.

 

¿Qué elementos nos permite garantizar una intervención eficaz ante los problemas de rendimiento en el aula?

conseguir los objetivos de nuestra unidad:

  • identificar signos de riesgo lo antes posible
  • prevenir dificultades escolares
  • asesorar a centros educativos
  • potenciar el trabajo en equipo con el profesorado
  • buscar una colaboración interdependiente con los padres

implementar todos los recursos necesarios: 

  • evaluando al menor
  • entrevistando a los padres
  • evaluando el ambiente familiar
  • trasladándonos al centro educativo para valorar situación y entrevistar al profesorado
  • programando agendas de trabajo conjuntas
  • asesorando para encontrar la adaptación curricular y necesidades especiales más idóneas
  • efectuando seguimientos para la consecución de objetivos
  • promoviendo actividades preventivas con la APA y en el aula
  • organizando y promoviendo actividades en el entorno escolar tales como asesoramiento educativo, educación en valores, competencia social
  • impartiendo clases  de apoyo psi-educativo individuales para alumnos de primaria

 

¿Cómo podemos los padres contribuir a solucionar los problemas de convivencia con nuestros hijos?:

  Desobediencia, rabietas o mal comportamiento de los hijos son algunas de las dificultades cotidianas más habituales en muchos hogares, ¿es posible cambiar esta situación?. En el transcurso del día a día con nuestros hijos existen multitud de situaciones que nos plantean dificultades, dudas, e incluso se pueden llegar a convertir en un verdadero problema de convivencia. La mayoría de los padres se sienten identificados alguna vez con el hecho de que alguno de sus hijos destaque por desobediente, o que sea terriblemente desordenado, o bien que no pare de tener rabietas. Otra serie de problemas que suelen provocar grandes quebraderos de cabeza surgen cuando nuestros hijos pasan de ser niños a adolescentes. Intervenir adecuadamente para prevenir y solucionar estas dificultades implica dar respuesta a preguntas del tipo, ¿qué significa educar?, ¿tenemos los padres toda la culpa del mal comportamiento de nuestros hijos?, ¿es posible que no todas las dificultades tengan que verse como un problema?, ¿se puede aprender a educar mejor a nuestro hijos?. Sin duda, la capacitación de un profesional de la psicología puede resultarle muy útil para dar respuesta a estas cuestiones.

 

¿Qué elementos nos permite garantizar un asesoramiento educativo eficaz ante los problemas de convivencia con nuestros hijos?:

    enseñando a identificar los verdaderos problemas:

  • analizando de forma pormenorizada cada demanda
  • identificando sus causas y señalando recursos y soluciones apropiadas
  • priorizando intervenciones

    trabajando con los padres:

  • partiendo del principio de que éstos pueden estar en condiciones de influir de manera positiva en sus hijos
  • promoviendo la colaboración y el trabajo en equipo
  • mejorando el clima familiar
  • interviniendo para educar mejor y evitar problemas que puedan perjudicar el desarrollo personal de los menores
  • promoviendo el desarrollo personal de nuestros hijos

    utilizando diferentes técnicas eficaces:

  • aplicando los principios del aprendizaje
  • utilizando técnicas de modificación de conducta para incrementar los comportamientos adecuados y disminuir los inadecuados
  • creando hábitos de conducta más adaptados para responder a las demandas del entorno
  • educando en valores
  • promoviendo la competencia social
  • potenciando las habilidades sociales

 

¿Es posible dar una respuesta legal a la pérdida de la integridad psíquica de las personas?

  Un alto porcentaje de accidentes de tráfico cursan con Traumatismo Cráneo-Encefálico. Otras causas que traen como consecuencia este tipo de daño cerebral lo constituyen los accidentes laborales, deportivos o agresiones. Padecer alguna enfermedad degenerativa del Sistema Nervioso Central puede provocar también secuelas que van mucho más allá de las limitaciones físicas y abarcan muchos  aspectos importantes de la vida de las personas y de sus más allegados. ¿Cuáles son esas limitaciones?. ¿Cómo se pueden valorar? ¿Es posible obtener alguna ayuda oficial o recibir algún tipo de indemnización?. El desconocimiento de los efectos que sobre la capacidad de adaptación de las personas con enfermedad mental y/o discapacidad psíquica a nivel de su entorno cercano familiar y/o laboral en particular, así como a la sociedad a nivel general, sigue contribuyendo en gran parte a un tratamiento legal insuficiente a la hora de ejercer el derecho de protección que la legislación actual ofrecen a nivel de recursos institucionales. Esta tendencia se podría revertir poniendo a disposición de los servicios jurídicos la contribución competente del profesional de la psicología en el campo de  la valoración forense dentro de las áreas de derecho civil y social, pudiendo de esta manera hacer efectivo el derecho de protección a una salud integral de los afectados a través de lo que se viene denominando la valoración del daño corporal en su vertiente psíquica-cognitiva.

 

¿Que nos puede aportar la valoración forense de la enfermedad mental y discapacidad psíquica?

    Que duda cabe que, no en pocos casos, algunas personas podrían estar padeciendo una enfermedad mental sin ser plenamente conscientes de ello. Cuando el nivel de sufrimiento y malestar de estas personas supera unos límites razonables en relación a su nivel de adaptación a la vida familiar, social o laboral es  posible que estemos ante una de estas situaciones. Dentro de esta categoría podemos incluir a los trastornos de personalidad, la esquizofrenia, los trastornos de ansiedad  y/o del estado de ánimo, los trastornos del control de impulsos, el trastorno de ideas delirantes, el delirium o las demencias. Por otro lado, merece una especial mención a la discapacidad psíquica (cuya denominación anteriormente era “retraso mental”) como una entidad que por sí misma contempla toda una serie de circunstancias que afecta a la capacidad de desarrollo personal autosuficiente de las personas que lo padecen. En estos casos, no sólo  se debe tener en cuenta la afectación a nivel personal, si no que es importante considerar las repercusiones  que se pueden derivar a nivel legal de las mismas: ¿es posible para una persona con determinada enfermedad mental  seguir trabajando?; ¿es recomendable ingresar a esa persona en una institución aunque sea temporalmente?; ¿es posible que tenga capacidad para tomar decisiones legales importantes?. Una persona con discapacidad psíquica, ¿hasta que punto podemos quedar tranquilos con respecto a su futuro?. Estas son algunas de las cuestiones que nos podemos plantear cuando, tras considerar todas las opciones posibles, debemos tomar una decisión para encontrar la mejor manera de ayudar tanto a la persona afectada como a sus allegados.

 

¿Qué situaciones pueden considerarse un riesgo para el correcto desarrollo cognitivo de los menores?

    Durante el desarrollo fetal y en el momento del nacimiento pueden ocurrir alteraciones en la forma habitual de desarrollo del cerebro. Algunas veces el origen es desconocido, pero otras, como es el caso de la prematuridad, el sufrimiento fetal, los partos difíciles, los traumatismos craneales por caídas, hemorragias o infecciones del Sistema Nervioso Central son algunas de las causas más comunes de daño neuronal en la infancia. Este tipo de alteraciones pueden provocar déficits evidentes en los primeros momentos de vida del recién nacido, manifestarse al cabo de pocos semanas, o bien, las secuelas potenciales de dicho daño pueden pasar desapercibidas sin consecuencias evidentes a corto plazo, pero que, más adelante, en algún momento del desarrollo, terminan saliendo a la luz. En estos casos, tras un aparente periodo normal de desarrollo del menor aparezcan una serie de dificultades para adaptarse a los requerimientos evolutivos de su grupo de edad. El ejemplo más significativo lo encontramos en el caso de la aparición de dificultades académicas a partir de un determinado curso, en la capacidad adaptación al grupo, o en el caso más extremo, en una incapacidad para ser autosuficiente.                                                                                                                                        Desde el punto de vista profesional, el objetivo principal consistiría en poder detectar de la forma más temprana posible los déficits cognitivos que están a la base de este tipo de dificultades. La principal baza con la que se puede contar consiste en poder hacer llegar a los padres información sobre signos de alarma para poder realizar una valoración que tenga en cuenta los puntos fuertes y puntos débiles de cada niño, concretar la medidas necesarias para una intervención encaminada a superar los déficits y las dificultades del menor, y finalmente, coordinando, en los casos que sea necesario, una aproximación multidisciplinar.

 

¿Qué pueden decir los resultados de una valoración neuropsicológica acerca de mi hijo?

Los resultados de la evaluación neuropsicológica infantil  pueden ayudar a todos aquellos implicados en el cuidado del menor de formas diferentes:

  • La evaluación puede explicar porqué su hijo está teniendo problemas escolares. Por ejemplo, un niño puede tener dificultades en la lectura por un problema atencional, un trastorno del lenguaje, un problema de procesamiento auditivo o déficit de la capacidad de lectura. La evaluación puede ayudar también al neuropsicólogo infantil a diseñar intervenciones para desarrollarlas a partir de los puntos fuertes del menor. Los resultados nos indican qué habilidades trabajar, así como las estrategias a utilizar para ayudarle.                                                                                                                                                                                                       
  • La evaluación puede llegar a detectar los efectos de problemas del desarrollo, neurológicos y médicos tales como autismo, epilepsia, déficit de atención y/o hiperactividad, dislexia o un trastorno genético. La valoración puede utilizarse para la obtención de una línea base a partir de la cual medir la eficacia de la intervención o el desarrollo del menor a lo largo del tiempo.
  • Los diferentes trastornos infantiles muestran un patrón específico de puntos fuertes y puntos débiles. Esta información nos puede ayudar a identificar el propio trastorno y las áreas cerebrales que pueden estar implicadas. Por ejemplo, una evaluación pueda ayudarnos a diferenciar entre un déficit atencional y depresión o determinar  si un retraso en el lenguaje se debe  a un problema  en la producción del habla, en la expresión o comprensión del lenguaje, timidez, autismo o retraso cognitivo. Su neuropsicólogo puede colaborar con su médico para combinar los resultados de diferentes pruebas, como la imagen cerebral o un análisis de sangre, para diagnosticar el problema de sus hijo.    
  • Sobre todo, la evaluación nos permite entender mejor el comportamiento y la capacidad del menor en la escuela, en casa, y en la comunidad. La evaluación puede servir de guía a profesores, personal sanitario y a usted mismo para ayudar a su hijo de la mejor manera posible para conseguir su potencial.

 

¿Cómo plasmar un asesoramiento, valoración e intervención profesional eficaz en las alteraciones del desarrollo neuro-cognitivo en la infancia y adolescencia?

  • Englobando todos los ámbitos: dificultades de aprendizaje, problemas del desarrollo evolutivo, médicos, comportamentales, cognitivos y emocionales
  • Poniendo énfasis en la implementación de programas de intervención individualizados con el objetivo de potenciar las capacidades del menor
  • Promoviendo el contacto y la colaboración con otros profesionales públicos y/o privados en aquellos casos en los que sea necesaria una aproximación multidisciplinar
  • Realizando un seguimiento continuado a través de la programación de revisiones periódicas para adaptar los cambios a las necesidades del menor
  • Proporcionando una guía para la búsqueda de información y contacto con la administración pública para el acceso a los recursos socio-sanitarios que se requieran ante necesidades especiales