¿Alguna vez ha tenido la sensación de vacío a pesar de que debería sentirse contento/a?. Las presiones en el trabajo, el estrés constante al que nos sometemos en el día a día, los problemas cotidianos de convivencia en la pareja o con los hijos, una pérdida importante que no terminamos de asumir, la falta de capacidad para adaptarnos con la gente, miedos irracionales que no somos capaces de controlar, son algunas de las situaciones que pueden desbordarnos en algún momento de nuestras vidas.
Este tipo de problemas se expresan de manera particular en cada caso, provocando diferentes manifestaciones relacionadas con ansiedad, depresión, problemas de adaptación, por nombrar unos pocos, y que si no se solucionan a tiempo pueden llegar a complicarse hasta el punto convertirse en una fuente de mayor sufrimiento para uno mismo y para los que nos rodean.
Esta visión deja a un lado la consideración de las etiquetas diagnósticas como criterio único de intervención, acercándonos a su vez a una metodología específica aplicada de forma pormenorizada a cada caso para identificar las causas que contribuyeron a la aparición del problema, las que lo mantienen y, por último, aquellas que se encargan de empeorarlo o las que ayudan a mejorarlo.
A parte de esta visión amplia de la contribución de diferentes factores en la aparición de problemas psicológicos se hace necesaria la figura del psicólogo que sea capaz de percibir, analizar e integrar los elementos que constituyen cada caso y que pueda asesorar correctamente para ofrecer una atención profesional eficaz.
